Ir al contenido principal

Entradas

Domingo de Pentecostés, Año 2024

  Dios es amor. Con el Espíritu Santo ese amor de Dios se nos infunde de manera especial para vivir como cristianos.  Durante la Edad Media y en los tiempos modernos la vida cristiana se entendió como un asunto individual, personal. Uno vivía su fe personal al modo clerical o al modo laico. Clérigos y laicos vivían su fe por separado.  Entre tanto la Iglesia se entendía al modo institucional. La Iglesia le pertenecía a los clérigos y no había consciencia o sentido de que la Iglesia fuésemos todos. Todavía hoy están los que siguen viendo la Iglesia al modo institucional. Se ven como miembros de la Iglesia como institución pública (especie de multinacional) antes que como «pueblo de Dios».  Podemos decir que de hecho la Iglesia es ambas cosas: institución y pueblo de Dios. Lo uno no quita lo otro. Pero a nivel pastoral y en sentido litúrgico prima el sentido existencial de pueblo de Dios (ver Lumen Gentium , Constitucion dogmática sobre la Iglesia, §’s 6 y 9). Esto es algo que no se vio
Entradas recientes

Domingo de la Ascensión, 2024

  Hoy celebramos el misterio de la vuelta de Jesús al Padre. Luego de compartir con los apóstoles y discípulos ya resucitado por la fuerza del Espíritu, Jesús subió al cielo envuelto en una nube. Pero se quedó con nosotros gracias a la acción del mismo Espíritu que nos constituye como cuerpo místico de Cristo. Mediante el Espíritu, Cristo sigue activo entre nosotros como fuente de vida espiritual y nos va perfeccionando como Iglesia y colectivo cristiano. En el último capítulo del evangelio de Marcos se da la Gran Encomienda: Jesús le dice a sus discípulos que salgan a todas partes a anunciar la Buena Nueva de la salvación. Como es natural tomó tiempo caer en cuenta del significado y las implicaciones del Evangelio, como lo vemos luego en el libro de los Hechos de los apóstoles. Todavía hoy día están los rigoristas que quieren imponer condiciones al acceso a la salvación. En los primeros años de la Iglesia se dio la controversia en torno al requerimiento de la circuncisión y las reglas

Domingo 6° de Pascua, Ciclo B

"Amaos los unos a los otros como yo os he amado," dice Jesús en el evangelio de hoy. En la primera lectura de hoy se narra, entre otras cosas, el episodio de lo que algunos han llamado el Pentecostés de los gentiles: mientras Pedro predica a un grupo de gentiles (paganos) éstos comienzan a hablar en lenguas y a expresarse al modo de los carismáticos y los pentecostales de hoy. Para los efectos vemos ahí el bautismo en el Espíritu, ya que los que escuchaban a Pedro no habían sido bautizados con agua.  En otro pasaje (Hechos 19,1-6) es Pablo que se da con una comunidad de cristianos en Éfeso que desconoce el bautismo del Espíritu. Nótese: eran cristianos, pero no sabían del Espíritu. Pablo les impone las manos (al modo del sacramento de la Confirmación de hoy) y de inmediato reaccionan como en un mini Pentecostés.  En los primerísimos tiempos ser cristiano era asunto de escuchar la predicación, creer, y vivir la fe junto a la comunidad de creyentes cristianos.  Fue en tiempos

Domingo 5° de Pascua, Ciclo B

  El tema de este domingo es el de Jesús como la vid. "Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador," dice Jesús en el evangelio de hoy, tomado del capítulo 15 del evangelio según san Juan.  Al usar esta imagen Jesús evoca a su vez la figura del Padre en su relación a su pueblo escogido, en el profeta Isaías 5,1. Ya antes el profeta Oseas formuló esa imagen de Israel como la viña del Señor (Oseas 10,1). La misma imagen aparece en Jeremías 2,21. De igual manera que Jesús anuncia su divinidad en comunión con el Padre al asumir la identidad de "Hijo del Hombre" y al hablar de sí mismo como el camino al Padre, aquí también asume esa identidad al hablar de sí mismo como el tronco de la vid que es el pueblo de Dios.  "En él vivimos, nos movemos y existimos" dirá san Pablo en Hechos 17,28. Es que el encuentro con Jesús y el bautismo en el Espíritu nos vivifican, nos hacen partícipes de la vida misma de Dios. Es lo que dice san Pedro en su primera carta (1 Ped

Domingo 4° de Pascua, Ciclo B

Este domingo se dedica al tema de Jesús, el Buen Pastor. La primera lectura continúa con el discurso de Pedro iniciado el domingo pasado y que es un ejemplo de lo que fuera la primera predicación de la Buena Nueva entre los cristianos: Jesús, el que fuera ajusticiado sobre la cruz resucitó triunfante y ofrece a todos la salvación.  Notemos en síntesis la historia de la salvación: Dios creó el mundo como un paraíso para el disfrute de todos los seres vivientes, desde los microorganismos hasta los humanos. Los seres vivientes somos incapaces de ver mucho más allá de nuestras necesidades inmediatas y para que visualizáremos nuestro destino final con el Padre, para eso se necesitó la Revelación, el hablar de Dios a nosotros, la Palabra. En otros tiempos Dios nos habló por Moisés y por los patriarcas y luego por boca de los profetas y finalmente nos ha hablado en la persona de su propio hijo, Jesucristo. Nosotros no lo buscamos, sino que Dios nos buscó primero. Se nos reveló mediante el pue

Domingo 3° de Pascua, Ciclo B

  En las lecturas de hoy se confirma la resurrección de Jesús, que a su vez cumple lo que predijeron las Escrituras, que el Mesías tendría que padecer y morir para abrir el camino a Dios para todos nosotros. Al final del evangelio de hoy encontramos de nuevo la invitación que el Bautista y Jesús anunciaron desde el comienzo, que debemos cambiar de vida (arrepentirnos y convertirnos) para emprender el camino al Padre. La primera lectura es del libro de los Hechos de los apóstoles 3,13-15.17-19. Es un pasaje con versículos del discurso de Pedro luego de haber curado a un paralítico. Este discurso junto a otros discursos parecidos y otros pasajes del Nuevo Testamento constituyen lo que conocemos como la predicación original de los primeros discípulos y apóstoles.  «Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis el indulto de un asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello», dice Pedro. «Dios cumplió de esta

Domingo 2° de Pascua, Ciclo B

El misterio pascual es el eje principal de nuestra vida cristiana. El misterio pascual es Jesús que nos lleva a la unión con Dios mediante su pasión, muerte y resurrección. La realidad pascual incluye tanto la pasión y muerte de Jesús cuanto su resurrección. Por eso en la misa al celebrar este misterio decimos, «Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven Señor Jesús».  Todo el calendario litúrgico es un celebrar de este misterio de nuestra fe. Así, celebramos el misterio pascual de nuestra salvación con la temporada litúrgica de las semanas de cuaresma (nuestro morir al pecado y al egoísmo y a la vida alejada de Dios), que da paso y se refleja en el aspecto positivo de la resurrección en la temporada litúrgica de las semanas de Pascua. Igual, la Semana Santa se refleja en la semana pascual siguiente. Es lo mismo que decimos del bautismo, que conlleva las semanas del catecismo o catecumenado, el morir al quedar sumergidos en el agua y luego el renacer al salir (emerger) de l